Los tranquilizantes en las alteraciones del sueño, los antipiréticos en las enfermedades infecciosas, el tratamiento con cortisona en las afecciones cutáneas; Todos estos, son medicamentos empleados contra los síntomas, sin tener en cuenta la causa de la enfermedad. Con estos tratamientos existe el peligro de reprimir estas enfermedades y debilitar al cuerpo en su lucha por mantener la salud.
La homeopatía en caso de enfermedad no reprime los síntomas sino que ayuda a nuestro organismo a combatir contra el fenómeno que origina la enfermedad. Es decir, la homeopatía, es un aliado de nuestra capacidad autocurativa.
Fundamentalmente, todo organismo tiene una energía o fuerza vital que conserva todas las partes del organismo en perfecta armonía para lograr los más altos fines de la existencia del individuo. Cuando dicha energía sufre perturbaciones se origina la enfermedad. La función del homeópata es llegar al centro de dicha perturbación y restablecer la energía vital del paciente para dar lugar a la curación.
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